No hay enfermedades del cuerpo desvinculadas de la mente” Sócrates.

¿No deberías ser una persona más asertiva ante tu médico?

Es muy probable que tu médico después de una intervención quirúrgica te anime a hacer cosas que te ayuden a estar animado, porque sentirte contento te ayudará a recuperarte. Pero si al mismo médico le preguntamos si los factores psicológicos son determinantes en nuestra salud física, es probable que responda que no hay relación entre nuestras emociones y nuestra salud mental.

Si empezamos a aceptar que la salud física y la salud mental están interrelacionadas, estaremos más cerca de curar mucha de las enfermedades físicas que sufrimos, resolviendo primero nuestros problemas emocionales.

¿Alguna vez has ido a tu médico por un dolor de espalda, dolor de cabeza u otros dolores? ¿Alguna vez te hayan hecho pruebas para diagnosticar ese dolor? ¿Alguna vez te han pasado de especialista en especialista y al no encontrar nada físico, te dicen que no tienes nada, que ya pasará o que es imaginación tuya? Y mientras esperas soluciones, tus dolores continúan y te sientes incomprendida. Deambulas entre médico y médico. Y a ninguno se le ha ocurrido preguntarte si tienes problemas en casa o si tienes problemas en el trabajo o si hay algo que te pueda estar angustiando. En muchas situaciones similares, el paciente termina NO diagnosticado.

La relación médico-paciente es fundamental para la recuperación. La creencia de que el médico nos curará, nos encamina ya en la curación. El optimismo del médico es también importante. Palabras como “pronto se recuperará” nos ayudan, nos relaja y nos predispone a recuperarnos. El optimismo y la confianza son claves para la curación. Está demostrado que si el médico cree que un determinado tratamiento no va a funcionar, este es mucho menos eficaz. El paciente debe creer en el médico y así poder relajarse y predisponerse a su curación.

Es fundamental para el paciente que el médico escuche activamente y que haya contacto visual con el paciente. Cada vez más, los médicos pasan el tiempo de la consulta escribiendo en el ordenador mientras el paciente trata de hacerse entender con sus dolencias. Antes un médico solía acercarse al paciente, escucharle y darle la mano. ¡Tantas cosas le hubiera contado al médico si me hubiera dado ese espacio, ese acercamiento para explicarle lo que me aflige! Unas palabras cercanas y alentadoras del médico pueden convertirse en palabras mágicas curativas.

¿Por qué medicinas alternativas como la acupuntura, la terapia craneosacral, la homeopatía y otras más funcionan?

En las consultas de médicos y otros profesionales de la salud de medicinas alternativas, el paciente se siente cuidado, querido y escuchado, el paciente cree en ellas y se reduce el estrés a través de la relajación. Empiezan a curarse. Los diferentes médicos se reúnen en colaboración para ayudar a curar al paciente, y al paciente se le escucha y se tiene en cuenta su opinión. Por el paciente es el protagonista de su dolencia.

Muchos médicos convencionales atacan la enfermedad como una entidad propia sin tener en cuenta a la persona que la sufre. Sacan su artillería pesada, Analíticas, Colonoscopia, Ecografías, TAC, PET para llegar a un diagnóstico. Cada día las pruebas son más sofisticadas y más efectivas. Pero cada día, se olvidan más del paciente. La angustia en una sala de espera para un TAC. Sientes que tu cuerpo pasa por las máquinas y que tú estás ahí de casualidad, porque con el único material que cuentan es con tu cuerpo, tú no haces falta.Recupera el control de tu recuperación

Si averiguaran más sobre quienes somos, nuestras relaciones, nuestra autoestima, nuestra felicidad, nuestra economía…estarían un poco cerca de saber qué le ocurre a nuestro cuerpo. ¿Cuánto ejercicio físico hace semanalmente?, ¿Cómo es su alimentación?, ¿Qué le preocupa?, esas deberían ser unas de las preguntas básicas que debería hacernos el médico. Puedo dar fe, que un paciente con cáncer de colon, en el proceso de su quimioterapia, le preguntó a su médico si debía cambiar la alimentación y éste le respondió que comiera como siempre. El médico ni siquiera le llego a preguntar cuál era su dieta. Desgraciadamente, no es un ejemplo aislado.

¿Y si pudieras ayudarte a curarte cambiando lo que piensas y sientes?

Se ha realizado estudios donde se demuestra que administrando un placebo (cualquier sustancia sin efecto, como un azucarillo que cuando se la administra a un paciente éste no sabe que no es un medicamento), el resultado es en muchas ocasiones el mismo que si se hubiera administrado el fármaco real. Es la creencia de que te va a ir bien lo que te va ayudar a mejorar. Si crees que te vas a curar, la producción de endorfinas naturales que ayudan a mejorar los síntomas aumenta, se alivia el dolor y mejora el ánimo. Cuando nos relajamos la hormona del estrés, cortisol y adrenalina, disminuye. En ese estado de relajación, el cuerpo puede autorepararse.

LA ANSIEDAD presenta síntomas físicos que producen angustia y pueden afectar a cualquier parte del cuerpo. En unas personas puede provocar dolor de estómago, en otras, taquicardia. Según algunos estudios el 30% de las personas que van al médico sufren síntomas que médicamente se consideran inexplicables.

La preocupación genera estrés. Cuando están activadas las respuestas del cuerpo al estrés, el cuerpo no se ocupa de los problemas a largo plazo como la curación de una dolencia o combatir las células cancerosas que circulan por nuestro cuerpo. Está demasiado ocupado en tratar de huir del león. Con el tiempo, esa respuesta repetida al estrés pasa factura. El entorno celular se va envenenando con hormonas del estrés. El cuerpo termina enfermando o no pudiendo vencer a la enfermedad ya existente.

Aceptar que la causa de una enfermedad física puede ser psicológica requiere valor. Porque significaría que algo hicimos mal y si más no, significaría que la solución no es tan fácil como tomar un medicamento sino que deberíamos empezar a cuestionarnos qué estamos haciendo mal. Los médicos muchas veces son reacios a aceptar que la causa de la dolencia sea las emociones. La inmediatez de los aparentes buenos resultados después de las primeras dosis de un fármaco, son tentadores. Pero no nos olvidemos que los medicamentos alivian los síntomas pero no resuelven el problema, porque la causa que los originó persiste.

¿Has intentado cambiar tus hábitos alimenticios antes de tomar la pastilla para tu colesterol?, ¿Has probado con practicar yoga antes de de tomar la pastillas para dormir por tu insomnio?, ¿Has empezado con una terapia para tratar la angustia diaria antes que tomar esa pastilla para la ansiedad?

Ha llegado el momento que te hagas responsable de lo que te pasa. Que sea protagonista de tus dolencias, que pidas la atención que mereces y en caso contrario, cambies de médico.

Empieza ahora a ocuparte de ti. Tu yo te lo agradecerá.